Los teléfonos móviles ya no son lo que
eran hace 10 años. Un Iphone o un Samsung Galaxy no tienen nada que ver con lo
que fueron en su día un Motorola Star Tac o un Nokia 2110, tanto en
funcionalidad como en complejidad. Ese principio es aplicable a casi cualquier
artefacto, inclusive a los coches.
Ahora bien, ¿eso es bueno o es malo?
Se supone que disfrutamos de beneficios
que nunca habíamos tenido, que gracias a todos los artilugios modernos podemos
hacer cosas que ni Dick Tracy soñaba con su reloj con vídeo conferencia. Pero
también es cierto que cada vez somos más dependientes del fabricante de los
aparatos que compramos: si no los reparamos bajo los términos de su servicio
técnico perdemos la garantía del fabricante; algunas reparaciones inclusive son
imposibles de realizar en la práctica si no vamos al taller del fabricante. Y,
¿llegando al extremo?, si hacemos alguna modificación “no autorizada” a ese
artefacto de nuestra propiedad podemos estar violando cláusulas contractuales y
hasta leyes.
Un artículo del portal Wired, escrito por
Kyle Wiens plantea el tema de una
manera muy interesante. Wiens afirma que los gigantes
tecnológicos gracias a unas leyes de
copyright llevadas al extremo de lo absurdo, nos han cercenado el derecho de
reparar, desbloquear, modificar y
experimentar con nuestros aparatos, porque hemos pagado por ellos; para Wiens la propiedad se está convirtiendo de facto en
un mero derecho al uso. Wiens es cofundador y CEO de iFixit, un portal que vende online partes electrónicas y de maquinaria, y que divulga y promueve el conocimiento necesario para reparar casi cualquier aparato que se nos ocurra.
¿Que opinas del tema?
No hay comentarios:
Publicar un comentario